En medio
de la humareda, el caos, el tránsito, el estrés y el andar mecánico.
En medio
del hastío, la angustia, el aburrimiento, las ansias acumuladas, la tristeza,
la resignación.
En medio de la rutina cronometrada, las charlas programadas, las
tareas inevitables y la falta de luz.
En
medio del atardecer, del cansancio colectivo, de las tradiciones obsoletas que
siguen sin ser cuestionadas.
En medio
del sinsentido, del miedo silencioso y continuo.
En medio
de la ciudad, -y no es el medio ni el centro, es sólo una parte en algún
lado- entre todo el gris, florece el verde. El verde salvador para no perdernos (nosotros, los sonámbulos) de la
vida que acontece sin pedir permiso.