Intento aferrarme a los momentos de felicidad que recorren mi cuerpo, subiendo y bajando por la espina dorsal.
Amo esa sensación de bienestar que me regalan esas alegrías fugaces. Me invaden las ganas de saltar y correr, mariposas vuelan por mi garganta casi impidiendo a las palabras salir, quiero desaparecer en este momento, flotar por este estado.
Es tan preciada la felicidad que no hay nada que pueda comprarla, por eso la valoramos tanto y deseamos conservarla eternamente.
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