lunes, diciembre 26, 2005

Asesina (víctima eterna de un recuerdo)

Lo maté por placer, por el maldito poder de cerrar sus ojos para siempre.
Su torso desnudo y su panza inmóvil me calmaron, yo le regalaba infinitas caricias y susurraba en sus oídos palabras dulces. Él dormía sobre la alfombra morada de la habitación y yo junto a su cuerpo imaginaba sus sueños, los creaba parte por parte, detallando cada escena.
Esperé largas horas que abriera sus ojos y me diera el beso acostumbrado, pero él no abrió sus ojos ni volvió a darme ese beso frío, sólo quedo ahí, tirado, intensamente pálido.
Estuve bajo la lluvia con la misma ilusión de volver a sentir sus brazos sobre mi cintura o de sus labios posando sobre los míos.
Entré al cuarto y él seguía sobre la alfombra junto a esa cama que había sido nuestra. Me acosté sobre aquel lado suyo, la almohada guardaba la calidez de su perfume, todo se impregnó de recuerdos mientras él yacía a mi espalda congelado en ese cuadro siniestro de mis lágrimas y su rostro dormido.
Cuando apreté su vida no pensé en extrañarlo, yo sólo quería matar esa indiferencia que tanto dolía y olvidé los momentos que me había obsequiado, olvidé su pureza, sus caricias al dormir, sus silencios, el café husmeante que compartíamos en las noches de insomnio, olvidé que lo amaba, lo amaba, con todo lo que eso encierra.
Empapada me senté a su lado, dije en voz baja que sentía haberlo lastimado que si volvía nunca más haría algo así, que el dolor por su manera de ser me llevó a la locura, repetí que lo extrañaba como un millón de veces hasta que su silencio me encontró arriba de él, golpeándolo, pidiendo a gritos que despierte, que despierte. Luego sólo me aferré a su cuello susurrando que lo amaba, lo besé por última vez y dejé la casa.
No pude sepultarlo, no pude suicidarme por miedo de encontrarlo en otro lugar y que su odio a mi manía asesina me obligue a olvidarlo, no pude permitir eso así que me dejé viva y lo dejé vivo, embalsamado por siempre en mi mente.

sábado, diciembre 24, 2005

Cenizas..

De las batallas con demonios solo me queda un escudo de cristal, una ninfa de cerámica y una espada deshecha.
De las batallas con mis demonios me queda una garganta callada y un corazón sepultado.
Y de las otras, solo quedan retazos de lo que alguna vez fué.

lunes, diciembre 12, 2005

Fiction of love.

Escucho que dice que me quiere una y otra vez.
Estoy cansada de que lo repita y lo hace tanto que suena falso.
Quiere succionar cada parte íntegra de mi cuerpo, tomar las riendas de mi mente y destapar intimidades como si fueran trapos viejos que necesitan sol.
Pide en silencio apropiarse de mí por si acaso yo fuera un pájaro herido que necesita enmendar sus alas.
Y sé que me espía por miedo a que escape cuando está dormido.
Intenta verme, finge verme y conocer mis defectos, dice aceptarlos. Aceptarlos?? si vive prendido de ilusiones, prendido de un yo ilusorio.
Cuando se destruya la burbuja y vea el fondo..¿va a quedarse?
Porque me esta agotando jugar a la muda cuando inventa más mentiras sobre mí.
Y no es que yo pretenda, él solo imagina una princesa de arena cuando sólo queda arena esparcida sobre la cama.

jueves, diciembre 08, 2005

25 años.


Él se fué, escapo de mis sueños y de mis sábanas de seda.
Agarró los infinitos besos que quedaban y las miles de canciones que no se escribieron.
Dejo las valijas en la alcoba, se puso una camisa blanca y busco sus lentes en la mesa de luz.
Preguntó si lo amaba tanto cómo él a mí, le dije que sí y más.
Me besó y salió a la calle..corrí trás el y lo abrazé con fuerza. Él sonrío y se alejo gritando no me extrañes demasiado, cuando regrese haremos el amor.
No volvió a la tarde, nunca más hicimos el amor, nunca más volvió a besarme.
Un 8 de diciembre como éste el desapareció de mis brazos.
Jhon, te seguiré soñando como en otras vidas.

viernes, diciembre 02, 2005

Preso de esta saliva...


Hoy te daré la razón al decirme que deje de inventarte, entre mis sábanas, entre mis flores y en algunos sueños perdidos.
Entiendo cuando dices que estás harto de mis idealizaciones, que quisieras que vea que no sos todo lo creo, que eres real y de carne, creéme que te escucho aunque mis pupilas parecieran perdidas.
Mis oídos no son sordos aunque me canse de intentarlo, es que a veces prefiero fingir que no te escucho repetirme con susurros o gritos que eres el de siempre, que no cambió tu forma aunque yo te vea distinto, que soy demasiado cruel al pretender más cuando me sigues dando el corazón después de azotarlo tantas veces, que estás demasiado cansado de enmendar las heridas.
Que se ha vuelto detestable amarme así, cuando solo quieres odiarme y echarme al olvido.
Y una vez más la ignorancia tuya oculta la indiferencia mía.
Sólo sigues adicto consumiendo mi cuerpo.
Y yo sin pena entregándote más sorbos amargos que te saben a dulces.