jueves, enero 12, 2012

Del jazz y mujeres


Debí ser hombre en otra vida.
Mis manías no pueden deberse sólo a la cultura machista.
Debí ser hombre, un hombre apasionado por las mujeres.
Dios, las mujeres!

Amo sus curvas, su piel, el perfume de sus cabellos.
Sus senos... por qué serán los senos el objeto más deseado de todos?
Sí que debí ser hombre, si no puedo evitar pensar en mujeres.
Creo que no soy lesbiana, es sólo que mi sexo es demasiado sensual, demasiado atractivo como para ignorarlo.
Debí ser hombre en los 40, un músico negro de jazz. Un bohemio, una criatura de noche.
¿De qué otra manera podría explicar mi atracción por esa música, por Coltrane, Hodges, Miles, Ray, Parker?
Un músico o un escritor tal vez.
Un fulano de la mala vida, tal vez una fulana, una groupie.
De la mala vida, de antros y humo.
Una vida de humo...
Mala para el cuerpo, buena para las emociones.

Esto es lo que llaman una mirada melancólica del ayer, pensar que épocas pasadas fueron mejores que la actual, pero sinceramente, eso me importa un carajo. Disfruto el arte de hoy, mierda si existen blogs como este www.loslunesquetedebo.blogspot.com  cómo podría decir que mis tiempos no saben de belleza.
Además, no se puede vivir de suposiciones ni fantasías (aunque tampoco sin ellas).
Vuelvo, debí ser hombre... porque tengo esa sensación de que los gemidos  femeninos de placer deben ser los mejores sonidos del mundo o por aquella otra de que las piernas y los labios de una mujer deben ser el paraíso.
Reitero, a mí me gustan los hombres pero las mujeres... ¡Dios, qué tienen las mujeres!
Y hay veces, como hoy, en que me gustaría ser hombre solo por llevar a alguna a la cama.
 Si fui hombre alguna vez debí ser apasionado, un Don Juan, ese tipo de hombre que hace que las mujeres suspiren sin entender bien porqué. Tal vez un saxofonista. Un hombre con sex appeal, encantador, aficionado a los moteles y a las caderas.
No necesariamente apuesto, pero si intrigante. Como un personaje de Cortázar, o uno de esos en donde el protagonista es un músico que vive en una dimensión aparte, un inframundo, no sé, rodeado de escenarios viejos y callecitas de adoquines.  
Vino, whisky y cigarros debieron ser mis mejores amigos. Debí tener un tocadiscos también.
Sí, definitivamente, disfrutaría ser hombre sólo para tenerme a mí, mujer.




1 comentario:

Ernesto Pérez Vallejo dijo...

Gracias, pero aparte de las gracias no escribiría nada de no haberme llegado esto como un huracán, además de que el último verso es sublime y ya de por sí sólo es poema.

Salud-os.