viernes, noviembre 25, 2005

Una extraña en tu vereda.

Si miras de lejos podrás ver una muchacha común, bonita, a veces simpática otras arrogante. Quizá sientas que no valga la pena ni gastar un suspiro en esta niña de ojos pequeños o quizá si pero no tienes la oportunidad de hacerlo y yo solo caminé a tu lado como una extraña más.
Puedes creerme un ángel, tal vez un demonio. Soy ambos y más, soy humana.
Si miras de cerca, directo a los ojos podrás saber acaso que soy mucho más de lo que ves, que guardo un alma tan frágil que a veces siente que no puede con este mundo.
¿Acaso podrás saberlo? si sólo te quedas con un cuerpo, una mirada y unos gestos al andar.
Podrías definirme y creer que soy lo que tu quieres que sea. Apuesto que si y tienes mi permiso puedes imaginarme como sea, puedes creerme perversa, rara o superficial.
Yo dejo la puerta abierta a tus escrúpulos, los invito a pasar e intento apaciguar los prejuicios que te trajeron hasta acá.

Inspirado por un señor que admiro y valoro mucho. www.pigsinzen.blogspot.com

jueves, noviembre 24, 2005

Recuerdos..

Tirados en el suelo en medio de un montón de pasto, primavera del '86, la recuerdo perfectamente, los Beatles de fondo, tu largo pelo suelto siempre perfecto aunque nunca te peinabas. Siempre descalzos, pensando en estrellas, reencarnaciones y otras cosas. Tu risa, tus besos improvistos, tus frases inconclusas.
Intenté pasar desapercibida cuando llegó el día en que mi mundo utópico se vino abajo, el día en el que decidiste que nuestras guerras eran demasiado y te fuiste al amanecer, luego de una noche eterna. El beso que me robaste dormida, la caricia y la última mirada antes de cerrar la puerta.
Yo esperanzada te esperé hasta el atardecer en la hamaca con el vestido blanco que tanto te gustaba, con tus cigarrillos preferidos en la mano, te esperé aún sabiendo que no regresarías, ni por mis brazos cuando las pesadillas te atormentaban, ni por mis manos sobre tu espalda, ni por el calor de mi cuerpo en las noches de frío.
Tu amor fue puro y profundo, tanto que no soportabas esta simbiosis nuestra.
Soñé miles de noches tu regreso, escribí miles de cartas sin destino, deseé tus dedos caminando sobre mi cintura, besarte una vez más y dormirme a tu lado, sigo extrañándote mi amor.
Y aún después de tantos años creo verte entre la multitud, con una sonrisa y un chocolate en la mano. Ahora notarías arrugas, un cuerpo un poco maltrecho y mi pelo de otro color, pero aún conservo esa mirada que atraviesa tu piel, aún conservo esas manías que te volvían loco.
Apuesto que algunas cosas te invitan a recordarme, serán acaso los jazmines, la lluvia o las estrellas.
Tantos sentimientos caben en este cajón, acá guardo las últimas mariposas que me quedan de vos, una foto descolorida, una canción improvisada y el único te amo que rescaté de un montón de palabras que el viento se llevó.

lunes, noviembre 07, 2005

Campanas en medianoche..


Después de largo rato mirando el cuchillo de forma paranoica, lo tomé con mi mano diestra con tanta fuerza que la piel me tiraba. Corrí por el pasillo y entré a la primera habitación, con la puerta semiabierta lo clavé en el antebrazo izquierdo y comenzé a moverlo hacia arriba, removiendo piel y desgarrando músculos, la sangre corría a borbotones manchando la alfombra que momentos atrás se mostraba amarilla.
No sentía dolor, la ira y la impotencia se apoderaban de mi cuerpo, todo lo que pensé alguna vez de la muerte, de la autoflagelación se esfumó y en una habitación semioscura perdí el juicio.
La vista se nublaba, los párpados pesaban cada vez más, mi cuerpo no era nada o era solo un punto carne dentro de una mancha rojiza.
Mi cabeza cayó hacia la puerta, la luz fluorescente que se colaba me asustaba, siempre detesté esas luces, tan blancas, tan enfermizas. No se porque justo en ese momento tan crítico noté ese odio a unos simples focos.
Escuché voces, mis parpadeos duraban cada vez más. La respiración era tardía y ruidosa.
El dolor fluia punzante sobre los miembros rendidos que a su merced esperaban el momento culminante.
A mi lado unos retazos brillantes en el filo del cuchillo reían ante mis ojos vencidos.
Una figura casi anatómica sujeta mi mano mientras las luces se apagan. Suenan campanas celestiales y entre lágrimas mi corazón comienza a detenerse, liberando todo lo que anidaba.