sábado, febrero 19, 2005

Chupetines, sabor naranja.

Me vi sentada entremedio de dos extraños, de exquisitos perfumes. Me vi sentada en esa plaza, donde la gente acostumbra a verse las caras, en ese monótono y trivial lugar. Recordé que esto no es una ciudad, es un pueblo en donde todos conocen la vida del otro y en donde, además, inventan una vida paralela a la real.
Miraba como el jugaba a mirarla y ella solo sonreía, sonrojada, creando alguna sutil ilusión, pensé en ese humo a cigarrillo que me rozaba y seguí con el tema de conversación, sin prestar más atención a ese juego visual.
Mi mente no estaba concentrada en la charla, sino en esos ojos traviesos y hermosos que me hacían delirar, fingí respuestas.
Yo quería alejarme de ese banco, pero algo me retenía. En mi fantasía me alejaba sin decir palabra pero



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