miércoles, julio 20, 2005

La fiebre..

La misma imagen repetida, como una pelicula vieja atascada en el proyector, esas que el tiempo fue deteriorando. Esquirlas de un ayer efímero, casi inmejorable.
Preso de este virus maldito, tu rostro pálido busca la salida, alucinas ese oasis y cuando llegas descubres que la fiebre te jugó una mala pasada.
Las drogas parecen no causar ningún efecto. Sientes ligeros pinchazos en la piel, el frío de la aguja penetrando tu piel, pero nada te trae de vuelta, sigues perdido...
Despiertas en una cama que no es tuya, escuchas voces pero no entiendes que dicen, a tu costado una ventana que da a un patio, de hospital. Ves la lluvia cayendo a través del vidrio, piensas en los días que han transcurrido desde ese fuerte dolor de cabeza y ese mareo terminado con un golpe en la cabeza. No tienes noción del tiempo. Buscas un rostro conocido en el pasillo, solo ves a esa enfermera sonriente que te acerca el vaso de agua y ese agua que sabe tan dulce o es tu sed lo que hace tan exquisita.
Las sabanas huelen a suavizante y el ambiente a desodorante frutal. Solo pasaron unas horas desde que despertaste y ya extrañas las paredes de tu habitación, el aroma a incienso, el silencio tan particular y hasta el maldito ruido de los autos por la calle.
El peso de tus párpados es demasiado y no tienes opción, débilmente te sumerges en un nuevo sueño, y cuando abres los ojos ves a tu familia que te recibe con una cálida sonrisa, que te acuna y te devuelve al hogar.

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